Monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil en Nogueira de Ramuín

Otra visita a la Ribeira Sacra y uno de los lugares imperdibles es el Monasterio de San Estevo de Ribas de Sil sumergido en un frondoso valle donde el silencio se respira y el arte nos acompaña a cada paso.

Desde el 2004, tras una profunda restauración, se ha convertido en Parador de Turismo con 77 habitaciones, varios salones para celebraciones, restaurante, cafetería y un sinfín de opciones para disfrutar del entorno.

Este Monasterio Benedictino fue declarado Monumento Histórico Artístico en el año 1923, y junto con los de Celanova y Oseira, es uno de los cenobios más importantes de Ourense.

En la carretera que baja hacia el Monasterio nos paramos junto a uno de los muros que lo rodean que suponemos que se trataban de los límites del mismo, y disfrutamos de una de las vistas más generales


Llegamos a sus dependencias y lo primero que vamos a visitar es su Iglesia románica en cuya entrada se ubica el cementerio parroquial.


Data de finales del siglo XII y consta de tres naves en la que la central es más baja que las laterales que son del siglo XVI cuando se les reformó el techo que era de madera.
Tuvo varias reformas a lo largo del tiempo, de ello la mezcla de siglos como el coro alto del XVI, la sacristía del XVII, las torres de la fachada del XVIII.





Aparte del gran retablo del altar mayor, destaca uno medieval de granito con Cristo y los doce apóstoles, a la izquierda del altar. Una talla románica que apareció en las obras de restauración en los años 50 empotrado y cubierto de cal en los muros de la segunda planta del Claustro dos Cabaleiros.


Salimos de la iglesia y accedemos al interior siendo lo primero que vemos uno de los tres claustros de los que dispone: el Claustro dos Cabaleiros, Claustro Grande o de la Portería.


Es indudablemente el más elegante de todos, sobre todo porque es donde se sitúa la cafetería del Parador y con ello las reformas pertinentes.

Es de estilo renacentista realizado por el maestro vizcaíno Diego de Isla y aquí es donde estaban las celdas de los nobles que se alojaban en el monasterio. Fue construido para dar cobijo a los colegiales que acudían al Colegio de Artes.

Consta de dos pisos, el cuerpo inferior está formado por grandes arcos de medio punto sobre robustas columnas dóricas, el segundo está separado del inferior por una amplia cornisa, y el tercero con ventanas de arcos de medio punto.

Al lado del claustro está la gran Escalera de Honor cubierta con una hermosa bóveda de crucería de 1739.

A continuación nos dirigimos al Claustro de los Obispos (dos Bispos), también llamado Claustro Reglar o de las Procesiones. Es el más antiguo con planta rectangular y dos cuerpos.

De los tres claustros, éste es el más complejo y trabajado, fue construido en el siglo XIII con una sola planta y cubierta de madera. En el siglo XVI se le añade otro piso de estilo gótico y la cubierta con bóvedas de crucería que tuvo que ser reforzado en el siglo XVIII por su excesivo peso.


La fama religiosa que tuvo este monasterio fue tan grande que nueve obispos de distintos lugares lo eligieron para su retiro en los siglos X y XI. Un cofre de plata con sus nueve anillos fue visitado por fieles de todo el mundo en busca de un milagro. En su honor fue construido este Claustro.

En el primer piso de este claustro se puede ver la exposición permanente de esculturas en madera y bronce del gallego Florencio de Arborio  auténticas obras de arte!


También nos muestra parte de su gran colección de ruedas de afilar restauradas por él.



Vamos ya con el último de los claustro, el más pequeño llamado "Claustro do Viveiro" porque aquí había una gran fuente llena de agua que ocupaba casi todo el patio. Era el vivero de los monjes donde se conservaban salmones, sábalos, lampreas, anguilas y truchas que traían del Sil y del Miño, ya que la mayoría de los cotos de pesca de la zona pertenecían a los monjes.

Tanto el claustro Grande como éste son de estilo renacentista y fueron construidos en el siglo XVI después del gran incendio de 1562. Tiene dos cuerpos formados por arcos de medio punto sobre columnas dóricas.



Como casi todos los monasterios de la Ribeira Sacra, San Esteban tiene su origen en un eremitorio altomedieval que según la leyenda fue fundado en el siglo VI por San Martín Dumiense, que estaba en ruinas cuando  un monje llamado "Franquila" y el padre de San Rosendo se presentaron ante el rey Ordoño II para pedir su reconstrucción en el año 918.

Franquila fue el primer Abad del monasterio y su nombre aparece en una inscripción del 918 en el dintel de la puerta de la ermita de S. Juan del Cachón. Al parecer Franquila dirigía una comunidad de ermitaños y pretendía restaurar en Santo Estevo la vida cenobítica.

Entre los siglos XI y XIII y bajo la regla de San Benito, el monasterio alcanza su esplendor llegando la decadencia entre los siglos XIV y XV de la mano de los “Abades Comendatarios”. Habrá que esperar al siglo XVI para ver la incorporación del monasterio a la Congregación de San Benito de Valladolid y la llegada de una nueva edad de oro y nuevas obras como la construcción de los 2 claustros renacentistas y es en esta época cuando se instala el Colegio de Artes para jóvenes monjes que estaría activo hasta el siglo XIX.

En número de monjes que convivían aquí varía en las distintas épocas pero está entre un máximo de 70 y un mínimo de 6 en los momentos más críticos de la abadía. Tras distintos incendios que mermaron su capacidad de alojamiento o a causa de los estragos provocados por la peste negra en los siglos XIV y XV.

El fin del cenobio como institución religiosa llegó con la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX y en ese momento era habitado por unos 30 religiosos. Pasa entonces a convertirse en Escuela Nacional donde niños y niñas estudiaban por separado en las dependencias de uno de los claustros.
La iglesia fue reclamada como templo parroquial por el Arzobispo y pasó a depender de la Diócesis, destinándose el lienzo Sur a casa rectoral del párroco.

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